Para Jacqueline Acosta, sentir la presencia de Dios en medio de su enfermedad le animó a seguir hacia adelante
Por Janeyrie Ramos López / info@salaurbana.com
La entonces pastora de la Iglesia Movimiento Pentecostal Hijos de Dios por Gracia Inc., M.I. (en Pasto Viejo, Humacao), Jacqueline Acosta, demuestra su fe cristiana al creer en su fortaleza y sanidad provistas por Dios tras sobrevivir un cáncer de seno diagnosticado el año pasado.
Afirmó que su mayor fuente de positivismo y vigor como paciente de cáncer fue la presencia de Dios.
“Los días que me sentía un poquito débil o con algún síntoma de náuseas, le decía a mi esposo ‘yo quiero ir al culto’ porque llego al culto, me encuentro con las oraciones, las canciones y, definitivamente, salí ya nueva. Esa búsqueda de Dios, continuar esa búsqueda y no quedarme en la casa me ayudó emocionalmente poder superar, porque el proceso no es fácil”, explicó.
“A mí me ayudó mucho estar siempre en los cultos, el salir de mi casa, estar con mi familia. Me ayudó, así que emocionalmente [el cáncer] no me afectó mucho. Estaba en una etapa temprana, y los análisis que me hicieron arrojaron que no estaba [en metástasis], que estaba solamente en el seno. Eso también me dio esperanza de que todo iba a estar bien. Quizás, si el panorama hubiera sido otro, quizás, psicológicamente me hubiera visto más afectada”, expresó.
En agosto de 2022, su mamografía detectó “altas probabilidades de malignidad”, según los resultados. Luego de ser diagnosticada con cáncer, se sometió a quimioterapias desde el inicio de este año hasta el pasado septiembre.
“Empecé a tener unos cambios físicos en ese seno. Ahí es que cuando voy a mi doctora de cabecera, me manda a hacer la mamografía y ahí encuentran un hallazgo raro que no estaba en el 2021”, detalló.
Sus padres también padecieron cáncer, por el que su papá murió en 2015.
“Cuando yo me entero que yo, que estuve con ellos en sus procesos, soy ahora la que tengo cáncer, para mí fue bien impactante, porque cuando a ellos les da cáncer, ya tienen a sus hijos, sus nietos. Ya tienen una vida realizada. Cuando yo me entero [del diagnóstico], mis tres hijos solteros están en mi casa, y uno adolescente”, relató.
“Yo me asusté y me preocupé, pero como cristiana, mi fe estaba puesta en el Señor. Mi fe estaba puesta en Dios. Yo sabía que la prueba iba a ser fuerte, el proceso iba a ser fuerte, pero aquel que estaba conmigo me iba a sostener, e íbamos a estar bien”, añadió.
“Ella tuvo la bendición de tener doble medicación, si se pudiera decir así. Porque ella estaba recibiendo la medicina química, allá, con el doctor, pero con el doctor del cielo recibía la medicina espiritual, que le ayudó a mantenerse firme durante todo el proceso. Ella ha sido un ejemplo no solo para mí y mis hijos, sino para toda la congregación,” dijo Edgar A. Jiménez, esposo de Jacqueline Acosta.
Experimentó un sistema inmunitario comprometido (así como efectos secundarios por el tratamiento, como la pérdida del cabello y náuseas) por lo que estuvo “completamente descompensada”, considera.
Su esposo, Edgar A. Jiménez, con quien pastoreó desde 2008 hasta 2017, resaltó que la diligencia de Acosta para seguir hacia adelante mientras padecía la enfermedad fue inspiradora para personas que le conocen.
“Ella tuvo la bendición de tener doble medicación, si se pudiera decir así. Porque ella estaba recibiendo la medicina química, allá, con el doctor, pero con el doctor del cielo recibía la medicina espiritual, que le ayudó a mantenerse firme durante todo el proceso. Ella ha sido un ejemplo no solo para mí y mis hijos, sino para toda la congregación”, comentó.
En especial por sus experiencias, Acosta promueve la prevención de enfermedades vía pruebas médicas cada año.
“Debemos estar bien alertas a los síntomas y signos que el cuerpo nos da, porque el cuerpo da señales. Así, a tiempo, la ciencia puede hacer algo”, indicó Acosta.
A su vez, exhortó a otros(as) a aprovechar su tiempo de vida, como manifestó: “A veces, uno tiene metas a largo plazo, pero cuando llegan estos diagnósticos, yo digo: ‘todo lo que uno tiene en mente hacer, debe hacerlo, porque uno nunca sabe’. Hoy estamos bien. Mañana no sabemos”.
De acuerdo con Jiménez, el cáncer puede afectar de forma emocional no solo al paciente, sino también a sus familiares. Además, opinó que es importante alentar a la persona enferma.
“No la tratamos [a Acosta] como que era el fin, como que esto se acababa, sino que siempre le dejamos sentir, como todos los días, que dependíamos de ella, y dependemos de ella. Y yo creo que directa o indirectamente, eso también la hacía esforzarse, porque ella se sentía que ella importante dentro de ese núcleo familiar”, expuso.
Mientras, Acosta mantiene su ilusión por vivir.
“Me encuentro bien. Estoy en recuperación siguiendo órdenes médicas y confiando mucho en Dios en que voy a volver a mi estado natural”, destacó Acosta.
En respuesta a pregunta de la entrevista, aconsejó a pacientes de cáncer y los seres queridos de ellos(as) a tener fe.
“O sea, no estamos hablando de religión (católicos, pentecostales), [sino] Dios. Creo que eso nos ha fortalecido en esos tres procesos: papi, mami y yo, Dios y las oraciones. Es lo que nos tiene de pie”, señaló.
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