Por Samuel Rodriguez Flecha, PhD / info@salaurbana.com
Hace unos años pude visitar la isla de Maui. Su paisaje es casi como estar en Puerto Rico, con la única diferencia que Hawaii tiene sus volcanes. Aunque ya tenía conocimiento de que puertorriqueños habían emigrado a Hawaii, recientemente me puse a buscar y comencé a encontrar parte de esa fascinante historia.
Si Florida es el estado más próximo, en más de una manera, a la Isla, por otro lado, Hawaii es el más distante de Borikén, al menos geográficamente hablando.
Dice la historia que los primeros boricuas que emigraron a Hawaii zarparon a principios del siglo 20 (1900-1901), desde puertos en San Juan, Guánica, Mayagüez, y Ponce. Esta migración fue impulsada por el nuevo gobierno americano, luego que el Huracán San Ciriaco ocasionara la muerte de 3,000 puertorriqueños y devastara los sembrados de caña, creando una crisis y gran demanda por azúcar en el mercado mundial que Hawaii podía ayudar a aliviar.
Más de 5,000 hombres, mujeres, y niños se aventuraron en una travesía de 5,757 millas, el primer tramo en barco hasta Nueva Orleans, y luego en tren desde Luisiana hasta San Francisco o Los Ángeles. De allí tomaban otro barco hasta Hawaii, y después eran distribuidos a las fincas de piñas y azúcar en las diferentes islas, Hawaii, Maui, Kauai, Oahu, entre otras, conviviendo en campamentos con inmigrantes provenientes de Japón, Portugal, China, Korea, Italia, y las Filipinas.
Documentos en los archivos del Centro de Estudios Puertorriqueños (CENTRO) en el Hunter College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY por sus siglas en inglés) registran algunos detalles de la vida de esas primeras familias puertorriqueñas en Hawaii. Cuando primero llegaban, “…el dinero era escaso o inexistente, así que utilizaban fundas de harina o arroz… para hacer cortinas y fundas de almohadas, sábanas, y ropa interior para los niños…” A medida que iban ahorrando dinero compraban telas para hacerse vestidos. En cuanto al clima y los alimentos, “al haber venido de un clima tropical similar al de Hawaii, plantaban habichuelas, batata, yautía, malanga, yuca…”
En el 1903, había 539 niños puertorriqueños registrados en escuelas hawaianas, 650 para el 1906, y ya para el 1924 había maestras puertorriqueñas en las escuelas, siendo Hilda Ortiz la primera registrada. Los últimos boricuas que llegaron en esta ola migratoria lo hicieron para el 1926.
Para la década del 1920, estas comunidades puertorriqueñas en Hawaii se habían organizado, evidenciado por la creación de la Puerto Rican Welfare Association, y en las décadas subsiguientes: el Club Cívico Puertorriqueño (1931), la Asociación Puertorriqueña de Oahu (1931-1032), la United Puerto Rican Association (1973), y la Puerto Rican Heritage Society (1983 / vea esta última en Facebook).
En los 1920s y aumentando en las décadas de los 1930s-1950s, los ‘borinkis’ (como se les conoce en Hawaii a los descendientes de boricuas) también utilizaban el deporte como forma de socializar y mantener conexión con sus raíces. Aparte del boxeo, formaron ligas de beisbol, dándole a sus equipos nombres que indicaban su procedencia, como Lares, Arecibo, San Juan. También crearon ligas de softbol femenino.
Sin embargo, saber cuántas personas en Hawaii son puertorriqueñas o descendientes de puertorriqueños es una tarea difícil, especialmente en cuanto a esas primeras familias que se embarcaron hace ya casi siglo y cuarto. Por la distancia y los medios de transportación para entonces, era todo un reto el poder mantener contacto frecuente con la patria y familiares.
Tampoco era fácil económicamente decir ‘El próximo verano vamos a Puerto Rico de vacaciones a visitar a los abuelos’ ni ‘Nos regresamos a Puerto Rico.’
Para ese entonces, como en otros lugares en los Estados Unidos, y como es aún hoy día para muchos inmigrantes, muchos patrones se aprovechaban de los trabajadores y no se les pagaba como era debido. Así que, con las opciones limitadas, tuvieron que hacer de tripas corazón y salir adelante sí o sí.
Otro elemento que dificulta trazar el linaje criollo es que cuando desembarcaron en las islas hawaianas, muchos de los que registraban a los recién llegados eran portugueses y por ende le escribían sus apellidos a lo portugués. Por ejemplo, a los Rodriguez le pusieron Rodrigues, los Vargas se convirtieron en Balga, los Caraballo a Caravalho, de Díaz a Dias, y así otros. A esto se le añade que los boricuas comenzaron a casarse con personas de las otras etnias con quien convivían. En los archivos del CENTRO hay una foto de un puertorriqueño casándose con una hawaiana tan temprano como en el 1902.
Para el 1950, cerca de 10,000 personas en Hawaii se identificaban como de ascendencia puertorriqueña. Eso a pesar de la distancia de Puerto Rico y el distanciamiento entre las familias boricuas dispersas por las diferentes islas hawaianas, y a pesar de los cambios de apellido y casamientos.
(Lea la segunda parte de Borinkis en Hawaii la próxima semana)
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