Por Samuel Rodriguez Flecha, PhD / info@salaurbana.com
En el verano de 1996, después de mi graduación de cuarto año de la Petra Mercado, mis padres me regalaron un viaje a Connecticut, donde viven algunos de nuestros familiares. Durante ese viaje, guiamos hasta Chicago, donde mis primos habían vivido y donde algunos de ellos habían nacido.
Chicago es el hogar de la mitad de los más de 200,000 boricuas que residen en el estado de Illinois, número 9 en el top ten de estados con más puertorriqueños en los Estados Unidos.
Cuando niño fui con mis padres a Chicago, pero no tengo memoria de ello. Así que visitar la Cuidad de los Vientos a los 18 años de edad, fue emocionante. Disfruté de su hermosa arquitectura, del paisaje urbano con sus parques y fuentes, y de la vibrante cultura mexicana, incluyendo el saborear unos riquísimos tacos en el restaurante El Cid.
También para ese verano, los Bulls se habían acabado de coronar campeones de la NBA por 4ta ocasión en seis años, y era el comienzo de su segundo three-peat. Pasamos por el United Center y, aunque no paramos a comer allí, sí fuimos a retratar el restaurante de Michael Jordan que estuvo operando hasta que el astro del baloncesto decidió retirarse por segunda vez.
Lo que más me llenó de emoción, sin embargo, fue cuando visitamos la Division, en el Paseo Boricua, y vi nuestra bandera en metal, imponente, de una acera a la otra. Me llenó de orgullo.
Chicago, tierra de los miami y otras tribus, tiene mucha historia, incluyendo ser la ciudad donde se nominó a Abraham Lincoln a la presidencia en 1860, el Gran fuego de 1871, y Al Capone en los 1920s y 30s, entre otras cosas. Su desarrollo económico, cultural, y político, incluye además la influencia boricua.
Los primeros puertorriqueños en emigrar a Chicago llegaron desde Nueva York en los 1930s y 40s. El activismo político y cívico de nuestra comunidad en Chicago ha sido instrumental en el desarrollo boricua a nivel nacional. Su influencia se refleja desde hace muchas décadas.
En el 1966, la comunidad puertorriqueña en Chicago lideró una revuelta luego de que la policía asesinara a un joven puertorriqueño. Otras comunidades boricuas, en Nueva York, Filadelfia, Hartford, tomarían la misma estrategia en los años subsiguientes en protesta contra el discrimen, la brutalidad policiaca, y las pobres condiciones económicas que afectaban sus vecindarios.
En el 1968, los Young Lords, compuestos mayormente por boricuas, se oficializaron como organización política reclamando los derechos civiles de la comunidad puertorriqueña y otras comunidades marginadas, similar a los Black Panthers en las comunidades afroamericanas. Otros capítulos de los Young Lords se abrirían en Nueva York, Filadelfia, otras ciudades del noreste, y también en Puerto Rico.
En el Paseo Boricua, se aprecian los negocios de comida criolla, murales de temas evocativos a la Isla y de boricuas de renombre. Se escucha plena, bomba, salsa, merengue, reggaetón. En el área se encuentran la Roberto Clemente Community Academy y la escuela superior Dr. Pedro Albizu Campos, fundada de en 1972.
Además, el Paseo Boricua es sede del Centro Cultural Puertorriqueño, fundado en el 1972, con sus iniciativas de desarrollo económico, educación, salud pública, y vivienda. Allí también se encuentra el Museo Nacional Puertorriqueño, fundado en el 2001, con exhibiciones artísticas, como Soy Boricua, y eventos culturales como la Annual Raíces Gala. Esta área fue también cuna de la Puerto Rican Arts Alliance, fundada en el 1998, la cual celebra el Festival Nacional del Cuatro, ofrece clases de música con su Latin Music Project, y programas en su Estudio de Arte.
Termino dando un shoutout a los Humboldt Park Bomberos (Chicago Fire Department Engine 57). Hace un par de meses vi un episodio de Leguizamo Does America sobre los latinos en Chicago. Una de las secciones trata sobre la estación de bomberos de Humboldt Park, la cual es completamente latina, incluyendo muchos de ascendencia puertorriqueña. En su estación se cocina con adobo y sofrito, y algunos de ellos fueron a Puerto Rico de voluntarios luego del Huracán María. Representan el compromiso y sacrificio a la comunidad.
Ya sea en la política, la educación, las artes, el civismo, la economía, a través de las décadas la comunidad boricua de Chicago ha sido ejemplo de lucha y liderazgo, de compromiso y pasión, bombeando cultura y puertorriqueñidad hacia el resto del estado, la región, y la nación.
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