Por Pastor José René Berrios / info@salaurbana.com
Vivimos en un mundo donde muchas veces creemos que para generar un cambio debemos hacer algo extraordinario, grande y visible. Sin embargo, los grandes impactos en la vida suelen comenzar con pequeños actos que, al ser sembrados con buena intención y amor, pueden transformar vidas.
En nuestro día a día, tenemos muchas oportunidades de impactar a los demás de maneras que tal vez ni notamos. Un saludo amable a un desconocido en la tienda, un buenos días, ayudar a un vecino con sus bolsas de compra, o incluso enviar un mensaje de ánimo a alguien que está pasando por un momento difícil, pueden parecer acciones insignificantes. Pero para la persona que las recibe, pueden ser justo lo que necesitaba para sentirse vista, valorada y amada.

Recuerdo una historia que escuché hace años: un niño caminaba por la playa, devolviendo al mar estrellas de mar que habían quedado varadas en la orilla. Un hombre lo vio y le dijo: "¿Por qué haces eso? Hay miles de estrellas en esta playa, no harás la diferencia." El niño recogió otra estrella, la lanzó al agua y respondió: "Para esta estrella, sí hice la diferencia."
Esto me lleva a reflexionar: ¿Cuántas "estrellas de mar" hay en nuestras vidas? Personas que necesitan un pequeño acto de bondad para recordar que no están solas y que su vida tiene valor.
Somos llamados a ser luz en medio de la oscuridad. Y esa luz no siempre tiene que ser un reflector; a veces, basta con ser una vela encendida que ilumina suavemente la oscuridad de alguien más.
En nuestros negocios, familias y comunidades, cada palabra, gesto y decisión cuenta. Cuando ofreces una sonrisa genuina a un cliente, das una palabra de aliento a tu hijo o simplemente escuchas a tu cónyuge sin distracciones, estás sembrando semillas que Dios puede usar para algo mucho más grande.
Tal vez pienses que lo que haces es demasiado pequeño para importar. Pero recuerda esto: los pequeños actos de amor, constancia y generosidad tienen un efecto multiplicador. Una sola acción puede inspirar a otra persona a hacer lo mismo, creando una cadena de impacto que va más allá de lo que podríamos imaginar.
Así que, esta semana, te animo a buscar esas oportunidades de realizar pequeños actos con gran impacto. Quizás sea orar por alguien en silencio, compartir una palabra de ánimo, o incluso dar gracias a Dios por las bendiciones que tienes. Dios puede tomar lo poco que hacemos y usarlo para transformar vidas de maneras que nunca podríamos prever.
No subestimes el poder de lo pequeño. En las manos de Dios, un acto sencillo puede convertirse en algo eterno. ¿Qué pequeño acto puedes hacer hoy para impactar la vida de alguien más?
Como dice Gálatas 6:9: "No nos cansemos de hacer el bien, porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos." ¡Sigamos sembrando!
Te invito a ser parte de lo que Dios está haciendo aquí, en el Centro Oasis Familiar. Estamos ubicados en la calle Ulises Martínez, cerca de la plaza de Humacao, y nos reunimos todos los domingos a las 4:00 p.m. ¡Nos encantaría conocerte y juntos vivir el mejor año de nuestras vidas con Dios como guía!
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