Por Samuel Rodríguez Flecha / PhD / info@salaurbana.com
En estos días pensaba en imágenes que describan nuestra realidad de pueblo. Pensaba en un árbol con raíces formadas de semillas provenientes de diferentes partes del mundo, traídas por los vientos y mares de búsqueda de subsistencia, de ambiciones y aventura, de tragedias y tormentas. Esas semillas vinieron a parar en un terruño definido en el Mar Caribe, un terreno fértil que ha nutrido nuestra existencia.
Como la ceiba, hemos crecido un tronco ancho y fuerte. Nuestras ramas se han esparcido. Hemos dado mucho fruto que nutre nuestra cultura, nuestra vida. Los vientos del tiempo y las circunstancias han dispersado nuestras semillas en todas las direcciones, dando paso a comunidades en la diáspora que aun miran a un lugar de origen compartido, nuestra patria querida.
La ceiba es el árbol nacional de Puerto Rico, símbolo que nos identifica. La ceiba también nos identifica en un marco más amplio, un marco antillano y latinoamericano, pues se encuentra además en otras islas del Caribe, en México, América Central y en el norte de Suramérica. La ceiba también nos indica parte de nuestra procedencia, pues una de sus variantes se encuentra en África Occidental, como la gran mayoría nuestros antepasados africanos.
Algunas culturas estiman la ceiba como árbol sagrado y como parte de su mitología (los mayas, por ejemplo), como símbolo de libertad (Sierra Leona), o como emblema nacional (escudo y bandera de Guinea Ecuatorial).
La ceiba nos sirve como símbolo de nuestro pasado, entorno presente, y futuro. La ceiba es un símbolo de nuestro ecosistema cultural, pero también mapa ambiental, e inspiración social.
La ceiba crece en variedad de climas. Cuando vienen las temporadas de sequía y escasez y pierde sus hojas, es entonces cuando la ceiba más brota sus flores y semillas. Somos resilientes. En momentos de dificultad, nos crecemos y vamos pa’lante.
Las fibras que cubren sus semillas le permiten ser cargadas por los vientos y flotar en los mares por largas distancias. Como la ceiba, trascendemos océanos y mares. Como los taínos que usaban la madera de ceiba para construir sus canoas, la ceiba es uno de los símbolos que llevamos al encontrarnos lejos de nuestra Isla. Como aves y murciélagos, llevamos la semilla a otras tierras, expandiendo nuestro territorio cultural.
La ceiba es uno de los símbolos que nos distingue, pero también elemento común con otras culturas y gentes. Florecemos donde vayamos. Nos adaptamos. Tendremos elementos comunes con otras comunidades en donde nos establezcamos. Indiscutiblemente boricuas. Fraternalmente latinos. Somos ceiba. Somos del Caribe. Somos de América. Nos expandimos en todas direcciones y territorios.
No importa donde nos encontremos, seguiremos siendo como la ceiba, distintiva y transcendental, puertorriqueña, nacional y transnacional.
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