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Damián Ramos López: el joven humacaeño que encontró su pasión en el ring

  • Foto del escritor: Sala Urbana
    Sala Urbana
  • 4 nov
  • 3 Min. de lectura

Por Esteban David Rodríguez Flecha / info@salaurbana.com


Humacao, Puerto Rico – Lo que comenzó como un intento por bajar de peso durante la pandemia terminó convirtiéndose en una pasión que hoy guía sus días. Con solo 17 años, Damián Javier Ramos López, vecino de Urbanización Rivera Donato en Humacao, ha demostrado que la disciplina y el esfuerzo pueden transformar un pasatiempo en una verdadera vocación deportiva.


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“Empecé en la cuarentena, porque me había puesto gordito y quería bajar de peso”, recordó entre risas. “Un amigo me llevó al gimnasio donde su padrastro entrenaba boxeo, y poco a poco le fui cogiendo el gusto. Al principio solo iba a ejercitarme, pero terminé pidiendo permiso para pelear. Desde entonces, no he parado”.


Damián comenzó sus entrenamientos en el Gimnasio de Boxeo de Punta Santiago, bajo la dirección de Rubén Figueroa, donde dio sus primeros pasos dentro del ring. Con el tiempo, su dedicación lo llevó a continuar su desarrollo en el Gimnasio Ismael García Pérez, donde actualmente entrena y donde se realizó esta entrevista.


A los 13 o 14 años subió por primera vez al ring, y desde entonces ha acumulado 13 peleas, de las cuales ha ganado 12. Actualmente compite en la categoría 17–18 años, peso 126 libras, y forma parte de una nueva generación de jóvenes boxeadores humacaeños que buscan abrirse paso en el circuito nacional.


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De todas sus victorias, una tiene un significado especial: el torneo escolar celebrado en Humacao, donde ganó el primer lugar en la división de 119 libras. “Fue bien emocionante porque peleé en mi pueblo, frente a mi gente, y logré ganar el torneo. Ese momento lo guardo con mucho orgullo”, comentó.


También participó en los Juegos Puertorriqueños en Cataño, donde experimentó su primera derrota. “Lloré, porque sentí que no di el 100% de mí. Pero entendí que en este deporte se gana y se pierde, y que lo importante es levantarse y seguir mejorando”, expresó con madurez.


Disciplina, familia y sueños grandes


Su rutina diaria combina la escuela con el entrenamiento. “Por la mañana corro o hago pesas. Luego voy a la escuela y, cuando salgo, me voy directo al gimnasio. Empiezo con cuica, sombra, saco, pera y circuitos. Mi entrenador, Luis Rodríguez, siempre está pendiente de que corrija mis errores y dé el 100% en cada práctica.”


Aunque confiesa que no es amante de las frutas ni los vegetales, asegura que cuida su alimentación cuando se acerca una pelea: “Dejo los dulces y como más saludable. También trabajo la resistencia para tirar más volumen de golpes.”

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Actualmente se prepara para una revancha en Humacao, contra un oponente al que ya venció en Aguas Buenas. “Estoy enfocado. Quiero demostrar que sigo creciendo como boxeador.”


Su meta inmediata es ganar el Torneo Nacional en diciembre, y más adelante, representar a Puerto Rico en una Olimpiada. “Mi meta más grande meta es llegar a ser profesional. En cinco años me visualizo ganando torneos importantes y subiendo de nivel.”


Representar a su pueblo es su mayor orgullo: “Cada vez que dicen ‘Damián, de Humacao’, me da una emoción enorme. Me siento feliz y orgulloso. Ver a mi entrenador sonreír y a mi familia celebrando conmigo es lo más bonito de todo”.


El apoyo que impulsa

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Detrás de su esfuerzo hay un círculo de apoyo inquebrantable. “A mi papá, Rey Francisco Ramos Rodríguez, le doy las gracias porque siempre está pendiente. Se pone a ver videos de boxeo, me dice qué debo mejorar y me ayuda en todo. Mi mamá, Ricia López Santiago, también me apoya, aunque no le gusta verme pelear. Y mi entrenador Luis Rodríguez siempre me exige lo mejor.”

Con humildad, Damián envía un mensaje a otros jóvenes humacaeños: “Que no se quiten. Aunque al principio uno sienta que no puede, hay que seguir entrenando cada vez más fuerte. Uno mismo ve el cambio cuando no se rinde.”


A su corta edad, Damián ya encarna la disciplina y el espíritu luchador que caracterizan a su pueblo. Su historia demuestra que los campeones no solo se forman en el cuadrilátero, sino también en la perseverancia diaria, en el apoyo de la familia y en la fe de que cada golpe dado con propósito acerca un poco más al sueño.

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