Por Yanira Correa / info@salaurbana.com Pastora en el Centro Oasis Familiar en Humacao Creadora de la Marca de Skincare Artesanal Arinay
En nuestra búsqueda por lograr más y ser mejores, muchas veces nos encontramos atrapadas en un estándar inalcanzable de perfección. Miramos al espejo y vemos defectos. Evaluamos nuestros días y notamos lo que no quedó como querías. Comparamos nuestras vidas con la de otras personas, especialmente en las redes sociales y pueden hacer sentir que no estamos "a la altura" o que necesitamos lo que otros tienen.
Pero ¿y si te dijera que lo más hermoso de ti radica precisamente en esas imperfecciones?
Esa “imperfección” es la huella única que hace que cada persona sea diferente. Es en esos bordes irregulares donde brillan la autenticidad y la humanidad. No se trata de ignorar las áreas donde podemos crecer y mejorar, sino de aprender a amar lo que somos mientras seguimos siendo moldeados cada día por el autor de nuestras vidas, Dios.
La naturaleza nos lo enseña. ¿Alguna vez has mirado una flor y pensado que sus pétalos deben ser simétricos para ser hermosos? ¿O una montaña y sentido que debería ser perfectamente plana para ser impresionante? ¡Por supuesto que no! ¡Son hermosas así como han sido creadas! Así somos nosotras: perfectas en nuestra imperfección.
Tres maneras de abrazar la belleza de lo imperfecto:
Habla con gentileza contigo misma. Cambia esas críticas internas por palabras de ánimo. En lugar de decir "no soy suficiente" “yo no sirvo”, di: "estoy aprendiendo y creciendo cada día".
Encuentra la lección en los errores. Cada paso en falso es una oportunidad para crecer, no una condena. Pregúntate: "¿Qué puedo aprender de esto que me sucedió?"
Valora la autenticidad por encima de la perfección. Las personas no conectan con la perfección, conectan con lo real. Sé tú misma, con tus fortalezas y debilidades, y verás cómo tus relaciones florecen, incluyendo contigo misma.
La vida no se trata de ser impecables; se trata de ser valientes. De levantarnos cada día con gratitud por lo que somos, con esperanza por lo que podemos llegar a ser, y con amor por nuestras propias historias de las cuales Dios tiene el lápiz.
Hoy te invito a mirarte al espejo y sonreírle a esa mujer imperfecta pero poderosa que está frente a ti. ¡En este nuevo año te invito a mirarte como Dios te ve... y brillarás más!
Comments